En el vasto manto de la noche, donde nuestros ojos se elevan para trazar caminos y relatos entre estrellas, se dibujan también otras constelaciones que resguardan los sueños y los deseos de quien visita Salamanca. Este firmamento protector es un reflejo de nuestro propio suelo, donde el patrimonio y el turismo se encuentran íntimamente ligados en un baile de luces y sombras.

Por su belleza, por su arte, por su grandiosidad, cada retablo se transforma es una brillante estrella. Cada uno, con su propio brillo y singularidad, pero todos unidos por el estilo barroco que caracteriza su esencia. Al igual que los astrónomos conectan puntos en el cielo para formar constelaciones que cuentan historias de héroes, dioses y bestias mitológicas, nosotros podemos trazar líneas imaginarias entre la Iglesia de Sancti Spiritus, la Iglesia de la Purísima, San Julián, entre otros templos, creando una constelación barroca que narra la historia de la fe, el arte y la cultura de Salamanca.

Salamanca nos invita a descubrir y entender estos altares de la fe y del arte. Visitarlos es también contemplarlos, leerlos y entablar un diálogo con ellos. Sentarse frente a un retablo barroco, temblar ante su magnificencia y dejarse dorar por su historia, es explorar una época de crisis, la Contrarreforma, pero también es redescubrir nuestra propia biografía, tejida en los hilos dorados de estos espejos terrenales de las constelaciones celestiales.